sábado, 8 de mayo de 2010

Memoria histórica


[ concebir la memoria como historia...]


Éramos y somos parte de aquel tiempo.

Tiempo en que nos bastaba aprobar el examen de matemáticas, tiempos donde nos creíamos libres sin apenas saber qué era eso de la libertad. Tratábase entonces de una independencia fingida. Abanderábamos la insignia de la autonomía a pesar de que vivíamos en una clandestinidad descafeinada, convencidos de una rebeldía sin causa sobre un entorno que creíamos cuasiconspiratorio. Queríamos ser ya mayores en un cuerpo que se empezaba a cambiar. Nos moteaban con la edad de una ave espeluznante. Idolatrábamos a unos precursores de la madurez, ídolos aquellos que habían abandonado todo vestigio de su infancia.

Tiempos en los que Peter Pan no designaba a síndrome.

Tiempos eternos.Tiempos donde el porvenir quedaba lejano, tiempos donde el tiempo no pasaba, de tardes en jardines con risas tontas hablábamos de una preocupación futura: el horizonte selectividad. Tardes donde se nos escapaba la personalidad prematura a través de nuestras caras frescas de acné, de estereotipos guays, de flipados a la moda, de ideas sin hechos, de experiencia simulada y de primeros amores sin amor...

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